Como ya sabéis los que me conocéis, he sido bailarina y, como no podía ser de otra manera, ahora que me dedico a la psicología trabajo a menudo con bailarines. En un taller que realicé con un grupo de estudiantes de danza de distintas disciplinas tratamos un tema muy común, muy corriente y muy extendido, ¡tanto que casi parece una epidemia! Y como resulta que es algo que no afecta solo a bailarines, sino que lo he visto en todas las profesiones, y en general creo que todos, en un momento u otro de nuestra vida nos hemos visto afectados por ello (¡¿Será una pandemia?!), he pensado que sería un buen tema para tratar hoy.
¿Os suena la palabra PROCASTINACIÓN? Es un término de origen anglosajón que podemos traducir como dilación, o postergación.
Animé al grupo a compartir «historias de procastinación», la suya o la de alguien que conociesen. Aparte de las dudas y el pudor que conlleva el hacer estas revelaciones personales ante un grupo, la verdad es que no había escasez de material. Todo el mundo sabía por experiencia propia el dolor que ocasiona esta situación y los sentimientos de auto derrota que provoca.
Una vez abierto el tema, y después de que todos expusieran sus ejemplos le pregunté a uno de ellos qué piensa cuando se enfrenta a una coreografía complicada o a un ejercicio de técnica que le resulta difícil «Tengo que hacerlo bien», dijo.
Entonces les pregunté a los otros estudiantes lo que podía haber pensado como alternativa. La primera respuesta fue: «Podía haber dicho: -Quiero hacerlo bien-» Puede haber una diferencia importante aquí. Generalmente, la diferencia entre estos dos estados refleja la fuente de nuestra motivación. Cuando yo digo » tengo que hacer algo», a menudo es porque soy consciente de que es lo que se espera de mí, y la motivación es externa a mí. Sin embargo, cuando yo » quiero lograr algo «, vemos esto más como una motivación interna.
La motivación externa requiere de voluntad para tener éxito. Tenemos que ejercer nuestra voluntad para esforzarnos y trabajar en la tarea como es debido. Podemos hacerlo, pero nos va a costar. El esfuerzo de autocontrol nos agota.
Sin embargo, cuando la motivación es interna, todavía requerimos autorregulación para actuar como es debido, pero esta autorregulación la percibimos como más estimulante, menos agotadora. Estamos trabajando para conseguir un interés intrínseco, es decir, un interés propio, que tenemos interiorizado, lo que hace más soportable la tarea en cuestión. No es que nos estemos obligando a nosotros mismos y tengamos que derrochar esfuerzo, sino que estamos interesados e impulsados por el trabajo en sí mismo.
Ya tenemos ahí un punto importante para empezar a luchar contra la procastinación.
Pero hay más:
¿Alguna vez te has dicho eso tan socorrido de “voy a tratar de hacerlo bien”?
Mis alumnos se rieron con esta anécdota: Durante una temporada de ensayos muy estresante, mi maestra me dijo, “Mañana ven a la clases de puntas” y yo le contesté “Voy a intentarlo” Ella me dijo: » ¿Has intentado ponerte los pantalones esta mañana o te los has puesto? No lo intentes ¡VEN!”
Exactamente. ¿Qué nos estamos diciendo a nosotros mismos cuando hablamos así? Sencillamente que no estamos totalmente comprometidos. Por supuesto, hay ocasiones en las que circunstancias atenuantes podrían impedirnos actuar, pero no hablamos ahora de este tipo de demora. Sino a esos momentos de demora voluntaria, o procastinación, para hablar en términos técnicos; cuando sabemos que tenemos el tiempo para hacer algo, que es por nuestro propio bien que queremos hacerlo, pero todavía nos decimos: «Sí, voy a tratar de hacerlo» Esta frase nos está diciendo que nuestra motivación es todavía externa, y sabemos que vamos a necesitar esfuerzo y autocontrol para lograrlo….. Y no queremos.
Este es el autoengaño profundamente arraigado en que consiste la dilación o procastinación. Para salir de ella, lo primero que tenemos que hacer es ser honestos con nosotros mismos. Como me dijo mi maestra: » Tienes que saber lo que quieres. Cuando sabes lo que quieres te das cuenta de que lo único que necesitas es saber gestionar y planificar el tiempo. Comienzas a administrar tu tiempo para lograr tus objetivos, porque sabes claramente lo que estás tratando de lograr en tu vida. »
Las técnicas del Mindfulness nos pueden ser de gran ayuda en este punto. De hecho, la atención plena es una piedra angular para aumentar nuestra conciencia de las emociones, los pensamientos y para saber y decidir a donde dirigimos nuestra atención. Sin la atención consciente, podemos continuar engañándonos toda la vida. La triste verdad es que sin la atención consciente no somos seres realmente autónomos que saben lo que quieren, sino las víctimas de nuestros hábitos. Hábitos de pensamiento. Hábitos de la emoción. Hábitos de comportamiento de demora innecesaria. Para romper estos hábitos, tenemos que tomar decisiones conscientes.
Es una elección que hacemos en el lenguaje, y es una opción en nuestra perspectiva. ¿Tengo que hacerlo, o quiero hacerlo?
Volviendo al ejemplo del estudiante del principio, acerca de qué decirse cuando uno se enfrenta a una coreografía complicada o a un ejercicio de técnica que le resulta difícil , mi punto de vista acerca de cómo se podría replantear su trabajo era diferente de la primera respuesta alternativa que dieron los demás estudiantes. Aunque estoy de acuerdo en que existe una importante diferencia entre » lo tengo que hacer » y » lo quiero hacer”.
En lugar de pensar: «Tengo que hacerlo bien,» le pedí que lo reformularla como «Ahora voy a empezar a trabajar en eso.» – Simplemente ponerse en marcha.
A menudo nos encontramos con que nuestra motivación cambia de un «tener que» a un «querer» cuando empezamos a hacer la acción, cuando nos metemos en faena. Nuestra actitud sigue a nuestro comportamiento sin tener que fingir que realmente queremos hacerlo (ya que, como otro bailarín señaló durante nuestra conversación: “nunca podría decir: -Quiero hacerlo- porque sé que sería una mentira”).
Así pues existe otra manera de hacer las cosas, luchando mucho menos contigo mismo y con la tarea a realizar. Sólo empezar. No lo pienses mucho. No te identifiques con las emociones que estás sintiendo. Estas pasarán. Simplemente haz algo de la tarea, lo que sea, aunque parezca poco, aunque sea lo menos importante, aunque sea solo la parte que mejor se te da….
Este es el camino para conseguir la realización de las tareas pendiente y para el crecimiento personal y el cambio.
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