«-¿Sabes, Wendy?, cuando el primer niño rió por primera vez, su risa se rompió en miles de pedazos que se fueron dando saltos, y así fue cómo aparecieron las hadas. Y por eso tendría que haber un hada por cada niño y cada niña.
-¿Tendría que haber? ¿Acaso no es así?
-No. Ahora los niños saben mucho y pronto dejan de creer en las hadas, y cada vez que un niño dice -No creo en las hadas-, en algún lugar hay un hada que muere. «
Peter Pan y Wendy (J. M. Barrie en 1911)
¿Habéis leído el cuento? Os preguntaréis porqué en un blog de Psicología yo me pongo a contar cuentos de hadas…. bueno, ya me conocéis…. No me gusta hacer lo que se supone que hay que hacer. Procuro hacer lo que quiero hacer siempre que puedo (y en mi blog, puedo 🙂 ). Y quería citar a Peter Pan, porque todos tenemos una “Campanilla” interior….y todos la matamos, dejando de creer en ella. Muy triste.
Pero no os preocupéis ¡hay remedio!
Lo primero, ¿cómo saber si has matado, o no, a tu Campanilla interior? Fácil: Sientes vacío interior, acompañado de desconcierto exterior. Me explico, sabes que eres inteligente, simpátic@, brillante, creativ@, amable, guap@, o atractiv@, o elegante, valiente….¡no importa qué! ¡lo que sea! ¡sabes que tienes buenas cualidades!…pero no puedes evitar la sensación de no ser nunca suficientemente….. lo que sea (¿A que os va sonando?)
¿Y qué hacemos en esos casos? Tod@s nos hemos esforzado en un momento u otro de nuestras vidas hasta la extenuación para intentar cultivar en el ambiente externo lo que sentíamos que nos faltaba en el interior. Incluso, a veces, podemos conseguir que, externamente, las cosas estén en orden. Cómo se supone que tienen que estar. Sin embargo, internamente, seguimos sintiendo un voraz agujero negro de insatisfacción. Entonces, nos lanzamos a consumir ansiosamente todo lo que está a nuestro alcance (comida, amor, sexo, trabajo, sustancias tóxicas, compras compulsivas, validación externa….) en un intento desesperado por llenar ese vacío que nos aterra. Esa sensación de no ser suficiente, de haber perdido la última pieza del rompecabezas, esa que nos completará y nos convertirá en seres plenos.
Nos obsesiona saber si alguien podrá querernos y aceptarnos tal y como somos, y nos apegamos a puntos de referencia superficiales para validar nuestra existencia (logros académicos, puestos laborales, imagen, dinero, etc…) Pero no funciona, obviamente. Seguimos sintiendo que nos desmoronamos, a pesar de tanta perfección e impecabilidad externa.
Incluso llegamos al extremo de intentar ocultar nuestro vacío interior dedicándonos a hipercontrolar a los que nos rodean, que, por supuesto, no nos han pedido nuestra ayuda ni, mucho menos, nuestra intervención. Simplemente, intentamos arreglar los problemas de los otros, porque pensamos que los nuestros no tienen remedio.
Bien, a estas alturas seguramente estaréis diciendo algo como “¡Oooooh cielos! ¡Oui c’est moi! ¡¡¡¡¡Qué hago!!!!!”
Que no cunda el pánico. Solo necesitáis urgentemente amaros a vosotros mismos y apoyaros. ¿Qué cómo se hace eso? Vuelvo a citar a Barrie
“Si creéis en las hadas, dad palmadas”
Las hadas no se alimentan sino de reconocimiento humano y mueren cada vez que alguien dice que no cree en ellas. En el conocido cuento de J. Barrie, Peter Pan, se decía que para resucitar a un hada que había muerto por la falta de fe humana, había que dar palmas.
Necesitáis que vuestras acciones comiencen a estar en consonancia con la chispa profundamente oculta en vuestro interior (Con lo que he llamado, vuestra campanilla interior) que ha subsistido, milagrosamente, todo este tiempo con la esperanza de que algún día volverías a por ella. Y ese día es hoy.
Igual que Campanilla en el cuento está a punto de morir y se recupera gracias a los aplausos y la fe de los niños, vuestra Campanilla interior comienza a resucitar en el momento que volvéis a creer en ella, a darle la importancia que merece.
Lo que hasta ahora he llamado Campanilla, no es ni más ni menos, que vuestro propio yo, vuestra esencia. (Si, todos tenemos de eso. Y es una fuente inefable de sabiduría). Si le dejáis, os guiará directamente hacia el modo de vida acorde con vuestras características y necesidades particulares. Sólo tenéis que escucharla y…. seguir su luz. 😉
Dejad ya de dudar de ella y de dar crédito a cualquier gurú, o experto que venga a contaros lo que “realmente” necesitáis. (Me incluyo, por supuesto). Simplemente, escuchad, hacedla caso. Nadie, repito, nadie, va a venir a sacaros de donde estáis, nadie os va a encender, nadie os va a hacer sentir completos. Ya estáis completos. Ahora. Así. ¡YA! No os hace falta ser más buenos, ni más listos, ni leer más libros de autoayuda para comenzar a disfrutar de la vida. Dejad de esperar. Tenéis una vida. Vividla. ¡YA! Sin más esperas.
No intentéis ni siquiera amaros, ¿qué tal si empezáis por conoceros? ¿Quién eres? ¿Qué quieres? ¿Qué te hace feliz? ¿Qué necesitas? ¿Por qué lo necesitas? ¿Por qué, o para qué haces las cosas que haces?….conócete y el amor vendrá después. ¿Podéis amar a esa persona que jamás habéis visto y que está sentada a vuestro lado en el metro? He dicho amar. No ¿verdad? Pues con vosotros pasa lo mismo, vais por la vida conociéndoos tanto como a esa persona. O sea, nada. Sois fascinantes, no os perdáis la oportunidad de entablar amistad vosotros mism@s.
Vale, y eso ¿cómo se hace?
De mil maneras, pero como por alguna habrá que empezar, os apunto aquí tres ideas, que son solo, como os digo, un pequeño impulso para que os animéis a empezar.
- Recuerda todas las veces en la que has estado en tu mejor momento, física, emocional o intelectualmente.
Analiza esos momentos parte por parte. Desmenúzalos en sus componentes más importantes. Si durante ese proceso encuentras algún punto de dolor, un punto en el que te sientas herido, o roto, detente. Ahí es dónde tienes que trabajar. Date permiso para imaginar qué necesitas para sentirte bien respecto a ese punto. Atrévete a soñar.
- Elabora una lista de necesidades no satisfechas.
Seguro que en un primer momento te sale una lista bastante larga. Repásala y agrupa las necesidades detectadas por afinidades. Te darás cuenta de que al final la lista quedará reducida a cinco o seis necesidades básicas.
- Date permiso para tratar de satisfacer esas necesidades de la manera que mejor te parezca, aunque sea de un modo imperfecto o intermitente.
Lo único importante es que lo intentes, y que seas consciente de que te mereces tener tus necesidades básicas cubiertas y te des cuenta de que esto es responsabilidad tuya. Exclusivamente.
Puede que estos tres puntos parezcan simples, pero tienen unas implicaciones profundas. Para empezar, son realistas (nada de estándares imposibles) con lo cual, creamos una línea base de bienestar posible y alcanzable. Aunque no hayáis hecho nada más en el día, por lo menos habréis cubierto vuestras necesidades prioritarias.
¡Ni se os ocurra lamentaros, o criticaros por el tiempo anterior en el que no os auto-cuidabais! Sed benévolos con vostr@s mism@s. vuestras circunstancias eran otras.
Simplemente, sed conscientes de dónde estáis ahora y empezad a encadenar actos casi infinitesimales de auto cuidado y bondad para vosotros mismos, y veréis que en breve sumarán una cantidad respetable. Con el tiempo os veréis a vosotros mismos como una persona a la que merece la pena cuidar. Comenzaréis a creer en vuestra sabiduría interior. Veréis a la Campanilla que habita en vosotros ;). Habréis recuperado vuestro amor propio, os habréis hecho conscientes de vuestras necesidades y habréis aprendido a satisfacerlas. Os habréis dado permiso para vivir vuestra vida.
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